Boyero y el último engendro fílmico de Almodóvar

Desde que entramos en el siglo XXI, el cine patrio ha ido empobreciéndose a pasos agigantados y se han gestado productos de muy dudosa calidad, películas que son un fraude para el verdadero espectador de cine, o sea, aquel que no necesita que lo manipulen con burdos artificios para aflorar sus emociones y que desea disfrutar exclusivamente de una historia ágil, bien contada, sin efectismos, articulada en la armonía de un buen guion, unos personajes creíbles y unas situaciones verosímiles. Algo absolutamente esencial en el cine de hoy y de ayer. Es triste e insólito, pues, que llevemos unos años en que los directores españoles han perdido el norte y se les haya olvidado por completo lo que realmente es importante en su profesión: crear buenas historias.

Los amantes pasajeros, la nueva criatura engendrada por Pedro Almodóvar, el cineasta más reconocido y sobrevalorado dentro y fuera de nuestras fronteras, parece adolecer también de todo esto, a tenor de lo que indica Carlos Boyero en la feroz crítica publicada en El País que tanto ha dado que hablar en los últimos días. El periodista, en uno de los momentos culminantes de su artículo, afirma: "No entiendo (...) en qué se diferencia este producto de las comedias más cochambrosas de Mariano Ozores, de aquel cine subdesarrollado y sonrojante. La sensación permanente que me asalta padeciendo la ridícula Los amantes pasajeros es algo ingrato llamado vergüenza ajena".

Lo cierto es que aún no he visto la película ni siento ganas de verla, como me ocurre habitualmente con la gran mayoría de estrenos de Almodóvar (por cierto, anoche pasaron por televisión La piel que habito, y qué queréis que os diga, me pareció una soberana estupidez). De Los amantes pasajeros, personalmente solo puedo comentar mis impresiones tras ver el tráiler, y considero que ya he tenido suficiente con dicha experiencia. Un tráiler a veces engaña, pero en absoluto me ha gustado lo que parece plantear esta boba comedia, ni entiendo qué es lo que quiere provocar el manchego en el espectador. ¿Pretende ser una broma de mal gusto?

Me hago algunas preguntas al hilo de la crítica expuesta en El País. Me pregunto por qué el señor Boyero se sonroja tanto en esta ocasión y, además, por qué no opinó exactamente lo mismo hace unos meses de otras películas que fueron nominadas a los Goya y que merecen tal juicio. Estoy pensando en la inefable Carmina o revienta, de la que el propio Boyero confesó haberse "reído con ganas tres o cuatro veces" y "no haber perdido el tiempo" con ella, cuando esta lo único que plantea al espectador es una ostentación grotesca de lo cutre, lo escatológico y lo soez. 

Noto distinta vara de medir y ciertas animadversiones hacia la persona (y el personaje) de Almodóvar. Ahí queda.

Foto: rtve.es